Construir ciudades inteligentes resilientes
Atender las necesidades de los ciudadanos con datos y la Internet de los objetos
En toda la región EMEA, la población urbana no deja de crecer, ejerciendo presión sobre las infraestructuras y los recursos existentes. Este crecimiento exige un planteamiento bien pensado del desarrollo urbano, que tenga en cuenta los imperativos de sostenibilidad, seguridad y servicios públicos eficientes.
El movimiento en favor de las ciudades inteligentes no sólo está cobrando impulso. Está aquí. Mientras que más del 55% de la población mundial vive actualmente en ciudades, la cifra es mucho mayor en Europa, con un 75%. Dada esta cifra, la necesidad de ciudades inteligentes es fuerte. Ya hay 240 ciudades europeas de más de 100.000 habitantes que han avanzado hacia su conversión en ciudades inteligentes. Italia, Austria y los Países Bajos están a la cabeza, junto con la mitad de las ciudades de Gran Bretaña, España y Francia. Sorprendentemente, Alemania va a la zaga. En otros lugares de la región EMEA, Arabia Saudí ha puesto en marcha iniciativas de ciudades inteligentes, mientras que Abu Dhabi y Dubai están clasificadas como las ciudades más inteligentes de la región de Oriente Medio y Norte de África.
Una ciudad inteligente y resiliente representa un paradigma urbano con visión de futuro que incorpora estratégicamente tecnologías de integración de datos e Internet de las Cosas (IoT) para mejorar la sostenibilidad, la seguridad y la calidad de vida de sus residentes. Este concepto significa un enfoque proactivo del desarrollo urbano, que no solo prepara a las ciudades para resistir retos inesperados como catástrofes naturales, fluctuaciones económicas y cambios medioambientales, sino que también las posiciona para prosperar en un mundo en constante cambio.
Las inversiones públicas en infraestructuras, distritos y ciudades nunca han sido tan elevadas. Esto representa una gran oportunidad para acelerar los esfuerzos y seguir desarrollando comunidades excepcionales e inteligentes que giren en torno a iniciativas fundamentales.
Los municipios deben ilustrar a los departamentos de tesorería su capacidad para producir métricas integrales basadas en el lugar que se centren en factores como la habitabilidad, la productividad, la sostenibilidad y el bienestar de los ciudadanos. También se tendrán en cuenta los indicadores financieros convencionales, como el flujo de caja descontado positivo. Al presentar las ventajas más amplias, los planificadores obtienen una visión más completa y holística de las posibles repercusiones y resultados de la inversión, al tiempo que impulsan el compromiso de las partes interesadas.
La base de las ciudades inteligentes
La integración de datos es el núcleo de una ciudad inteligente y resiliente. Esto implica la recogida, el análisis y la utilización exhaustivos de datos procedentes de una amplia gama de fuentes dentro de la ciudad. Estas fuentes pueden ir desde sensores integrados en infraestructuras y vehículos hasta datos aportados por residentes y organismos públicos. Al integrar y aprovechar estos datos sin fisuras, las ciudades inteligentes obtienen información valiosa sobre diversos aspectos de la vida urbana, como los patrones de tráfico, el consumo de energía, la calidad del aire y mucho más.
Este ecosistema de datos se nutre de las tecnologías IoT. La Internet de los objetos implica la interconexión de objetos y dispositivos cotidianos con Internet, lo que les permite recopilar datos en tiempo real y compartirlos a través de sistemas interconectados. En el contexto de una ciudad inteligente, esto se traduce en sensores y dispositivos estratégicamente situados en el entorno urbano, que captan y transmiten información de forma constante. Este flujo de datos actúa como base vital de los mecanismos de toma de decisiones de la ciudad, orientando las iniciativas destinadas a mejorar la sostenibilidad, la seguridad y la prestación de servicios públicos.
La sostenibilidad es un pilar fundamental de la ciudad inteligente resiliente, como ya hemos visto por los deseos de los residentes. Aprovechando la riqueza de los datos y las tecnologías IoT a su disposición, las ciudades inteligentes pueden supervisar y gestionar eficazmente los recursos. Por ejemplo, pueden optimizar el consumo de energía, reducir el despilfarro de agua y promover soluciones de transporte respetuosas con el medio ambiente. Mediante estas prácticas sostenibles, las ciudades inteligentes no solo minimizan su huella medioambiental, sino que también fomentan la resiliencia de los recursos a largo plazo.
La seguridad es otro aspecto crítico del desarrollo de las ciudades inteligentes. Las tecnologías IoT ofrecen una serie de aplicaciones de seguridad, como los sistemas de alerta temprana de desastres naturales, las cámaras de vigilancia para la prevención de la delincuencia y el control en tiempo real de la calidad del aire con fines de salud pública. Estas tecnologías mejoran la seguridad general de la ciudad y refuerzan su capacidad para responder con rapidez y eficacia a emergencias imprevistas.
Las ciudades inteligentes y resilientes hacen especial hincapié en la mejora de los servicios públicos. La información basada en datos permite a las ciudades mejorar la calidad y accesibilidad de los servicios prestados a los residentes. Por ejemplo, los sistemas de transporte inteligentes ofrecen información actualizada en tiempo real sobre el transporte público, lo que reduce los tiempos de desplazamiento y aumenta la comodidad. Las iniciativas de ciudades inteligentes también pueden mejorar el acceso a la sanidad, las oportunidades educativas y la eficiencia de los servicios comunitarios.
El papel de los residuos y el reciclaje en la ciudad inteligente
Los residuos y el reciclaje afectan directamente tanto a la sostenibilidad como a los servicios públicos, por lo que es fundamental que estos servicios adopten tecnologías IoT de extremo a extremo.
Utilizando la optimización de rutas AMCS como ejemplo, esta intuitiva plataforma combina la planificación dinámica de rutas y la optimización en tiempo real, reduciendo el tiempo de planificación y administrativo hasta en un 75%. Esto se traduce en reducciones de hasta el 25% en emisiones de CO2, kilometraje y tiempo de conducción, y hasta un 15% menos de camiones necesarios.
Todo ello mejora notablemente el servicio al cliente y la precisión de las visitas, lo que redunda en la calidad de vida de los residentes, y eso está en la esencia de la ciudad inteligente.
La telemática puede ayudar a reducir aún más el consumo de combustible y las emisiones de CO2 identificando el comportamiento de la flota y del conductor para que el operador pueda tomar medidas correctivas. Las soluciones de gestión de contenedores sólidas y en tiempo real que utilizan GPS, un sistema de pesaje a bordo y RFID pueden controlar, validar y optimizar la recogida de residuos, contribuyendo a definir la ciudad inteligente.
Si se pueden recopilar datos en cualquier faceta de las operaciones de residuos y reciclaje, se contribuye a la ciudad inteligente. A primera vista, AMCS Fleet Maintenance reduce los costes en piezas, mano de obra y averías, al tiempo que aumenta la recuperación de la garantía. Pero también contribuye a una ciudad inteligente eficiente y resistente. Puede capturar datos que le ayuden a prevenir averías, reducir el tiempo de inactividad y ampliar la vida útil de su flota. La economía circular forma parte del concepto de ciudad inteligente, y con ella, mantener vivos los activos frente a tirarlos. Y, por supuesto, evitar averías le permite prestar servicios sin interrupciones. Es una parte importante de la ciudad inteligente.
Esto es solo una muestra de las contribuciones que pueden hacer las operaciones de residuos y reciclaje de los municipios y, lo que es igual de importante, de cómo pueden hacerlo. Para saber más, le invitamos a nuestro seminario web, Smart Ways to the Digital City, el 29 de febrero a las 10:30 h GMT. Inscríbase ahora para esta oportunidad que no se puede perder.
Cómo preparar sus operaciones de residuos y reciclado para la ciudad inteligente