El agua es una necesidad sin la cual no podemos funcionar, pero si tiene la suerte de disponer de agua potable limpia y segura en su casa, probablemente es algo que da por sentado. En cierta medida, esto se debe a que la infraestructura que sustenta nuestro sistema hídrico está oculta a la vista bajo tierra.
¿Por qué es un problema el envejecimiento de las infraestructuras?
Desde las tuberías de agua corriente hasta los depósitos, las estaciones de bombeo, las tuberías de aguas residuales y las plantas de tratamiento, dependemos de una red de tuberías para suministrar y tratar el agua. Por desgracia, muchas de estas tuberías están llegando al final de su vida útil, ya que se instalaron a principios o mediados del siglo XX, o incluso a finales del siglo XIX en algunos casos.
Se calcula que la mayoría de las tuberías de agua de Estados Unidos duran entre 75 y 100 años antes de tener que ser sustituidas debido al desgaste, pero muchas de ellas están llegando ahora al final de su vida útil.
Y no es sólo la antigüedad de las tuberías lo que causa problemas, sino también los materiales de construcción, ya que muchas redes de tuberías siguen teniendo conducciones de plomo. De hecho, la Agencia de Protección del Medio Ambiente de EE.UU. informa de que:
Unos 9,2 millones de tuberías de plomo conducen el agua a los hogares de todo Estados Unidos.
El envejecimiento de las tuberías puede causar problemas tanto de calidad como de suministro, por lo que no es de extrañar que la encuesta anual de la Asociación Americana de Obras Hidráulicas (AWWA ) sobre los problemas a los que se enfrenta el sector siga señalando el envejecimiento de las infraestructuras como la principal preocupación del sector.
¿Cuánta agua se pierde por las fugas?
A medida que las tuberías envejecen y empiezan a romperse, la pérdida de agua por fugas es uno de los mayores retos a los que se enfrentan todas las empresas de suministro de agua. En el Reino Unido y Europa, las tuberías instaladas hace más de 100 años empiezan a deteriorarse. Y lo que es peor, estas tuberías suelen estar situadas en zonas de difícil acceso bajo nuestras ciudades, lo que dificulta su mantenimiento y reparación.
Sin chorros de agua a pie de calle, las fugas pueden ser difíciles de detectar. Según la autoridad reguladora de los servicios de agua en el Reino Unido, Ofwat, entre el 30 y el 50% de las fugas son pequeñas fugas de fondo. Se detectan cuando el agua entra en el sistema pero no llega a los hogares ni a las empresas.
El Reino Unido pierde actualmente la asombrosa cifra de 3.000 millones de litros de agua al día por fugas en las tuberías.
Esta cifra aumenta inevitablemente si tenemos en cuenta las fugas en Estados Unidos, donde más de 148.000 sistemas municipales de agua distribuyen 39.000 millones de galones de agua al día. Aquí se produce una rotura en las tuberías de agua cada 2 minutos de media, con lo que se pierden 6.000 millones de galones de agua cada día.
¿Problemas por el crecimiento demográfico?
El acceso al agua potable ya es un problema en el mundo actual, con 7.700 millones de habitantes. En 2050, cuando se prevé que la población mundial ronde los 10.000 millones, la presión sobre nuestros sistemas hídricos será extrema.
En el Reino Unido, donde se prevé que la población alcance los 75 millones de habitantes en 2050, más gente significa más presión sobre una red de tuberías y sistemas de tratamiento de aguas que envejece. El proyecto de planes regionales y de gestión de los recursos hídricos de Inglaterra prevé que las compañías de agua reduzcan las fugas en un 50% y el consumo per cápita a 110 litros por cabeza y día de aquí a 2050 para hacer frente a esta presión.
En Estados Unidos ocurre algo parecido: el envejecimiento de las infraestructuras no permite absorber el crecimiento de las ciudades. Para complicar aún más el panorama, en las zonas rurales, donde la población disminuye, las empresas de suministro de agua tienen una base de ingresos reducida. Con más del 90% de los ingresos de una empresa media procedentes directamente de las facturas de agua de sus abonados, la renovación de las infraestructuras se hace cada vez más difícil.
¿Cómo afectará el cambio climático al abastecimiento?
El cambio climático ya plantea importantes retos a las empresas del agua, con un aumento de los fenómenos meteorológicos extremos, como olas de calor, sequías, inundaciones y temperaturas bajo cero, todo lo cual supone una presión adicional sobre las infraestructuras y los activos.
Pero no es sólo la falta de agua lo que causa problemas: el exceso de agua puede ser igualmente problemático. Las lluvias intensas provocan inundaciones superficiales y pueden dar lugar a inundaciones del alcantarillado, que es una de las averías más graves del servicio.
Muchas instalaciones de recuperación de recursos hídricos se están preparando para el futuro actualizando los equipos de tratamiento y aumentando el caudal de diseño para adaptarse al aumento de las precipitaciones extremas, pero ¿vamos lo suficientemente rápido?
A medida que aumentan los fenómenos meteorológicos impredecibles, sin una inversión seria en infraestructuras hídricas, parece que las alertas de hervir el agua podrían convertirse en un fenómeno más familiar para todos nosotros.
¿Cómo pueden las empresas de suministro de agua superar los problemas de infraestructura?
Por desgracia, no existe una solución única para las empresas de suministro de agua. Dependiendo del estado de sus activos, del tipo de entorno al que preste servicio y de las condiciones meteorológicas que experimente, los retos variarán.
Sin embargo, a pesar de estas variables, las empresas de suministro de agua de todo el mundo están estudiando cómo reparar, sustituir y modernizar sus activos para suministrar agua potable segura y limpia a una población cada vez más numerosa.
Una gestión eficaz de los activos desempeñará un papel vital en el éxito de este esfuerzo, ya que las empresas de suministro de agua intentan que los fondos limitados rindan más. Un plan estratégico de gestión de activos no solo puede ayudar a priorizar el gasto de capital y la inversión en mantenimiento, sino también a mejorar la resiliencia mediante la elaboración de una evaluación de riesgos y un plan de respuesta ante emergencias.
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